Por: Sara Cabanzo
Y aquí estoy, sorda,
sorda porque así lo quiero.
Cierro mis ojos y respiro hondo.
Mis oídos me lastimaban sin querer,
así que los omití.
Mis ojos me lastimaban sin querer,
así que los cerré.
Mi pobre alma, maltratada está.
Ahí está ella, en busca de paz,
como enredadera que busca luz.
En medio de tanto caos,
sumerjo mi cabeza en el agua.
Y ahí estoy, sorda y ciega,
porque así lo quiero.
Sin embargo, mi sangre grita,
mi corazón escucha y mi cerebro comprende.
Este no es el lugar en el que debería estar,
empero, me derrumbaría donde debería estar.
Alzo mis ojos al firmamento,
y demando mi futuro con un grito,
que solo el mismísimo Dios escucharía.
Un pie tras el otro,
mirada temerosa,
y manos en los bolsillos,
Algo común ahora.
Escucho un silencio sepulcral,
un silencio frío,
un silencio que me deja un sin sabor.
Calles destruidas al igual que mi ánimo.
Y aquí estoy, sorda y ciega,
porque así lo quiero.
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