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Foto del escritorMichael Barajas Pérez

Una conversación a medio dormir

Por: Carlos Maldonado



- ¿Cómo podría empezar a escribir cuando no quiero hacerlo?


- Mi mano traza líneas sobre el papel, pero no tienen sentido, son carentes de forma, son carentes de emociones, ¿Qué transmito en este momento?,


- Nada.


- Te entiendo, si alguna vez consideré que nací para escribir fue una ilusión pasajera; ya no encuentro inspiración, no hay ese calor que sentía mi cuerpo cuando las palabras caían sobre el papel y depositaba mis más grandes ideas; la magia de ver como un conjunto de símbolos tomaba una estructura que se acompasaba de un sentir, se fugó de mi ser.


La escritura, las letras, las palabras, la gramática, los cuentos, las novelas, los poemas, las frases, se sienten alejadas; he intentado tomarlas en mis manos, probarlas una vez más, por más dulces, amargas, agrias que resulten, pero ya no me generan ni el menor gusto. Por el contrario, cuando pienso en poner palabras sobre un papel en blanco sólo puedo sentir asco.


- ¿Siento asco por las palabras?, ¿me cansé de intentar dejar un legado en este mundo a través de los libros?


- No.


- Las palabras sólo son eso, una forma de lenguaje.


- ¿Entonces por qué no he vuelto a escribir?


- Porque no tengo nada que pueda interesar a nadie, nadie quiere saber que pienso, como me siento, que veo mal en este mundo. No hay historias que pueda contar que logren transmitir si quiera el más mínimo grado de esperanza en una sociedad que ya ha vendido su esencia.


- ¿Eso es todo?


- No, en realidad, no siento asco de las palabras, siento asco del nombre que conforman cuando firmo al final de cada uno de mis escritos, escritos que no reflejan lo que de verdad quiero contar.


- ¿Qué quieres contar?


- Nada, nada quiero contar. Todo se resume a eso. ¿Acaso no he sido claro contigo desde el principio?


- No podrías estar más errado, eres tú quien no me logra entender.


- Bah, ¿yo? No lo creo, eres tú quien no puede comprenderte.


- Como sea, ya no tiene sentido alguno, así como lo que has escrito.


- ¿Qué he escrito?


- Nada.


- ¿Cómo debería ir firmado?


Se escuchó un profundo silencio, y al final…

NADA.




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