Por: Eider Abaunza
¿Qué carajos tiene tu sonrisa que siempre me emboba?
Desde hoy me declaro adicto a ti.
Eres mi droga; eres el cigarrillo que enciendo todas las noches para fumarte
en lo más profundo de mis pensamientos.
Tu sonrisa es tan perfecta, me apasionas; tus besos son tan sabrosos, me enamoras.
Eres como ese colibrí que todas las mañanas visita mi jardín,
roba lo que necesita y se va:
eres ladrona, niña, niña ladrona de sonrisa brillante.
Si desnudas esa sonrisita en la calle, muchos quedarían embobados,
yo ya lo estoy, porque no sólo desnudas tu sonrisa,
en ella también desnudas el corazón...
tu corazón que me droga, insisto, droga de la buena, de la que me
transporta al mundo en donde solo vivimos los dos.
Me transmites tu energía, transmites calor
en medio de mi fría oscuridad.
Transmites esos deseos impuros de tocarte
en tus sábanas blancas donde por varias
noches nos sumergimos en el mar de la pasión.
¿Qué carajos tiene tu sonrisa que siempre me vuelve adicto a ti?
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