Por: Sebastián Vieira
A tan solo unos cuantos días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Gustavo Petro y Rodolfo Hernández, los protagonistas de esta contienda política, han estado bajo la mirada fija de millones de colombianos y de los voraces medios de comunicación que, ante cualquier bajada de guardia, militantes, periodistas, figuras políticas, e incluso, bodegas, atacan sin piedad con el fin de desprestigiar a cualquiera de los dos. El escenario político está caliente y no cede ante ninguna ‘tibieza’.
Sin embargo, en nuestra historia, esta no ha sido la primera vez que el país ha estado tan expectante con unas elecciones presidenciales, los años 49’ fueron un ejemplo, con la aspiración de un señor narizón que con sus poderosas palabras y sublime oratoria convenció las masas populares de aquella vieja Colombia, aunque, ya todos sabemos cómo terminó esa historia. Mataron al señor narizón y todas las esperanzas de la Colombia pobre y olvidada se fueron al caño.
Ahora en los años ‘90, y como si la historia no hiciera más que repetirse, cuatro señores bastante inconformes con la situación del país, que aspiraban a la presidencia, tal como el señor narizón de 1949, fueron asesinados, y una vez más las esperanzas de la Colombia pobre y olvidada se fueron al caño, aunque, si sirve de motivación, un añito después las ideas de uno de esos señores se materializaron en un nuevo librito que dice ser la norma de normas.
Suba el que suba, espero que tenga muy claro cuáles deben ser las necesidades de la población y que al menos haga algo ante los 2,4 millones de hogares que ya no comen tres veces al día o con los 21 millones de personas que ganan menos de un salario mínimo.
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