Escrita por: Eider Abaunza
Esta mañana tuve dos visitas sorprendentes en el seminario: mi abuela y Claudia López, que ya es abuela, pero no mi abuela. El rector del seminario me dio el permiso de recibirlas.
Las atendí en la sala de visitas. Les alisté el cafecito para que se tomaran algo por el frío tan berriondo que últimamente hace por acá… ya parece Buenos Aires… la vereda de Villavo.
—Tomate el cafecito, Claudia —dijo mi abuelita al ver a Claudis como botaba el café por la boca de la quemada tan berraca que se había pegado. —No lo botés que está caro, mija.
—No, mi hermana. Está caliente y yo soy fría.
—¿Luego Vos no te calentás allá en la nevera con tu peluche?
—Claudia, mija, ¿qué tan cierto es eso de que encontraron huesos por allá?
—Muy cierto, mi hermana. Tenemos una riqueza…
—Mortal, mija, mortal… A mí se me hace que esos huesos son vístimas de Uribe.
—¿Te imaginás, abuela, donde encontraran restos de nosotros?
—No, mijo. De nosotros ni los dientes. Con este país tan jodido. Encontrarán por ahí los recibos caros del agua y de la luz.
—Yo sí seré recordada en la historia por ser buena alcaldesa de Bogotá.
—Oí a esta boba, mijo. Tomate mejor el cafecito y no andés soñando mija que está muy temprano.
—Si en 100 años llegaran a encontrar una guitarra, abuela, ¿de quién sería?
—Tantos, mijo. Puede ser de Ivancho, de Char o de Miguel Uribe Turbay… hay muchos que se les corre la cuerda por ahí cuando están mal parqueados, mijo.
—Vos, Claudia, tené la seguridá que, si encuentran un pañuelo de color, te recordarán. Aunque también corrés el riesgo de que te confundan con Fernando Ruiz, el ministro de salud.
—No, Sumercé. Con mi varita mágica no permitiré eso. ¡Jamás!
—Y, ¿con Petro, agüelita?
—Complicada la cosa, mijo. Hasta que adivinen si el pedazo de hueso es de Petro o Chávez. No, no. Es que son tan iguales, como para hacer sancocho, mijo.
—Sí son dedos, de Vargas Lleras; si es un ojo, de Pastrana y si es un pedazo de carne descompuesta, hasta dirán que esa maricada es un pedazo de nalga de Antanas Mockus.
Nota: “Oiga, mi hermana, abuela de Eider, si en clase de historia del otro siglo se estudiara esta parte de la historia en Colombia, ¿qué nombre tendría?”
“La verdadera Patria, Boba”
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