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Aquellas cuatro paredes albinas, que hacen que las palomas estén en ese lugar, pero cuando abro los ojos ya no lo están, es como si no las pudiera alcanzar. Aquel lugar frío y a la vez cálido, donde se forman sueños, sueños que en ocasiones me hacen levantar con una sensación de incertidumbre que me acompaña a lo largo del día, y sueños que convencen a mi cuerpo de levantarse. Aquel rincón significativo, donde paso horas y días construyendo un futuro incierto, que puede cambiar en cualquier momento. Aquel armario que contiene recuerdos, los cuales quiero que se los lleve el viento, pero una parte de mí quiere conservarlo para que se conviertan en un secreto. Aquel perchero, donde se evidencia logros que ahora solo son recuerdos que llenan mi mente o quizás mi alma. Aquel instrumento de seis cuerdas que se encuentra deteriorado, pero guarda la fe que algún día aprenda a tocarlo, ya que a diferencia de mí posee la valentía de decir eso que yo no me atrevo.
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