Por: Eider Abaunza
En la porción de tierra llamada Colombia, hay que ser muy inteligentes a la hora de ayudar a alguien, porque puede suceder que las buenas intenciones siempre terminen en muchos, pero muchos, malos entendidos. Pues bien, resulta que tuve la intención de ayudar a un pobre en la calle, de esos que venden o piden cualquier monedita cuando uno tiene guardado lo vidrios del carro; pero un compañero, mejor dicho, un pana, un amigazo de amigazos, me dijo que no lo hiciera porque puede correr el riesgo de que ellos lo gasten en vicio. Tenía razón mi compañero: con darle plata a un pobre, ¿pierdo o gano? ¿Pierde o gana? ¿Le aporto bien para su vida? Tal vez no, por ello, decidí que mejor le daba un mercado a alguna familia pobre. Sin embargo, sí llegué a una conclusión: todos los seres humanos nos gastamos el dinero en cualquier cosa que sea un “vicio”, así como mi amigo tiene el vicio de gastar su dinero en zapatillas y ropa que superan los $300.000. Cuando llegó el momento en que pude entregar ese mercado a una familia de escasos recursos, les pedí el permiso para tomarme una foto donde se evidenciaba que sí había entregado una canasta llena de alimentos necesarios para dicha familia, y la compartí en un grupo por WhatsApp que lleva por nombre “Salvando vidas”. En menos de un minuto, un gran amigo, que es político y se quiere lanzar a la presidencia de la república, me escribió una pregunta que me puso muy sentimental y hasta me hizo reflexionar sobre la labor social que había realizado: “¿Ya me estás haciendo competencia?”. Pero lo que me puso más conmovedor fue el Emoji que acompañaba el mensaje de texto: una carita cuyos ojitos parecían los del gato con botas cuando se enfrentó a los guardias pagando su deuda a Shrek, “Shrek, hoy saldaré mi deuda”. Pues no, no le estoy haciendo competencia a mi amigo, porque mi intención recta es ayudar a los más necesitados y de corazón. No mal interpreten mi foto de solidaridad social, por favor. Y si me quieren ayudar con su voto para la presidencia, me recuerdan el nombre y prometo pronto llevarles el tamal. ¡Gracias!
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