Escrito por: Lina Echeverry
Afirmo que las juventudes tienen el deber ético y a la responsabilidad social de alzar su voz, en todas las sociedades, las revoluciones se han gestado por nuevas generaciones, cansadas de paradigmas sociales injustos y ese panorama no es diferente en Colombia; este próximo 28 de noviembre los jóvenes tenemos la oportunidad de votar por nuestros pares, por candidatos de entre 14 a 28 años, quienes ocuparán el cargo de consejeros de la juventud, esta es una gran oportunidad de participación política y de demostrar que somos una generación sumamente política, mas no tradicional.
No obstante, si bien es una gran oportunidad tiene unas graves deficiencias, empezaré diciendo que para ser unas elecciones que traen consigo una apuesta por la equidad, el sistema cremallera de hombre- mujer queda corto cuando las mujeres han sido históricamente instrumentalizadas como activistas de la política mas no como protagonistas y los consejos de juventud no es la excepción, pero el estado se ha conformado con el concepto de igualdad teórica y no la ha materializado en el momento de la elección, es por esta razón que diversos colectivos feminista han solicitado la creación de listas únicamente de mujeres garantizando la participación y elección efectiva en estos escenarios; una segunda critica son los espacios binarios y la exclusión de todo aquel que no se identifique como tal, un error garrafal para una generación tan diversa como la nuestra, continuo indicando que es desmotivarte que las elecciones se realicen por lista cerrada, es decir, no se resaltará como protagonistas a los y las jóvenes en nombre propio, sino, aparecerá en los tarjetones el logo de la organización, partido o lista independiente, castrando el liderazgo que los ha llevado a participar, por último, mi gran critica radica en que son escenarios de participación y no de decisión, es decir los jóvenes van a ejercer un seguimiento, un control, una veeduría a temas de políticas públicas, mas no tendrán un papel de toma de decisiones.
En conclusión, a pesar de mi gran crítica a los consejos de juventud y de las múltiples fallas que avizoro, son un gran paso para que los jóvenes empecemos tener protagonismo en la política y que demostremos la masa electoral que representamos, que la política colombiana necesita una transformación y que como generación tenemos todos los instrumentos necesarios para gestar dicho cambio.
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