Elaborada por: Daniela Chaves
El anonimato es una herramienta frecuentemente usada, las redes sociales fueron el camino perfecto para la práctica de esconder una identidad verdadera y en cambio dejar una esencia real, la esencia humana, egoísta y dañina que se desata al verse desconectada de una moralidad social común, que se supone no debería ser una fachada, como en muchos casos lo es, sino que una realidad racional y moral para poder convivir y sentirse ciudadano correcto, conocedor y empático con los otros, pero claro está que eso es una utopía, en realidad los seres humanos somos una combinación entre lo que queremos ser, lo que somos y lo que nos inducen a ser, somos recolectores del ambiente, a veces dañino, a veces perjudicial, a veces saludable, imposible determinar algo exacto, lo que si es cierto es que la sociedad es nuestro maestro, pero todo puede cambiar en tanto se abra camino a un lugar libre o pobre de reglas, es decir, las redes sociales, en donde podemos cambiar nuestra identidad, esconderla, y decir lo que se quiera decir sin importar las repercusiones, simplemente la persona se encuentra en un sitio cómodo, podría decirse que en las sombras revelando su ser retenido por normas morales o miedos externos; el caso es que al enfrentarnos a los medios digitales nuestro “yo” real, ya sea bueno o malo, se manifiesta en el actuar dentro de las plataformas siendo así un arma de doble filo que bien se podría considerar una actitud cobarde, y si, efectivamente todos los seres humanos somos cobardes, nos sentimos más cómodos revelando o nuestra identidad o nuestras opiniones, pero no ambos a la vez, es decir que todo es mejor tras la pantalla, ya sea por miedo al peligro o al qué dirán, por pena o por la carga de consciencia de que enserio se haga un daño real. Estar en el anonimato en una herramienta muy útil para expresarnos con libertad y cero miedos, de hecho, me parece incluso necesario, pero la problemática surge en cuanto se abusa de esconder la identidad para hacerle daño a otros sin siquiera hacerle frente a quien se ofende, muchos culpan al internet y las redes sociales, pero no son los verdaderos monstruos sino que terminan siendo cómplices de personas mal intencionadas con una moralidad inestable que usan el filo venenoso de una herramienta peligrosa para apuñalar a otros sin pestañear.
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