Por: Yeye
El sol derrama su sangre en el cielo,
las nubes tocan tu techo,
el sereno de la luna
y las campanas de la iglesia anuncian las diecinueve,
es momento de tu cuerpo desprenderme y perderme de ti
por lo que se siente un “para siempre”.
No quiero irme.
No quiero oír ese suspiro, sabes que se me hace tarde.
Quiero quedarme aquí, aferrada a ti. Aunque eso de no poder seguir con mi vida si no es con tu presencia se me haga cobarde.
-Seguir aquí, seguir con mi vida.
Si el tiempo se detuviera y nos estancáramos en el incalculable espacio donde no corren los segundos, ni un solo dígito; incluso si no siento que ya no envuelves tus dedos por mi piel,
O que no tengo el movimiento de tu corazón para corresponder en este baile de fuertes latidos;
incluso si no siento que estoy “más tiempo contigo” porque el tiempo ha dejado de existir,
se ha dado cuenta que lejos de ti es difícil vivir sin fingir,
y que solo por nosotros ha renunciado a su curso, a su persistir.
Por mas egoísta que suene prefiero quedarme así.
¿Qué tan bello sería eso?
Nuestra separación dolería más que renunciar a nuestra existencia
y quienes manejan el tiempo lo saben,
se han apiadado de nuestros lamentos,
de nuestros pobres cuerpos incapaces de afrontar la espera
Y han decidido acabar con todo, incluso con los vivos y nuestros encuentros,
Encuentros físicos que terminan en desaliento.
No comprenden cómo es que tal tristeza en la historia de este planeta no tenga un desenlace que no acabe en destrucción.
Somos los responsables de acabar con todo lo existente
por sumergirnos en el vacío infinito como un conjunto de células a punto de explotar pero que sobreviven solo por su energía cuando están juntas.
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