Elaborada por: Juan Camilo Herrera
Iniciando el año 2020 se presentó el primer caso de COVID en china, poniendo en alerta a las entidades sanitarias a nivel mundial y en busca de un fin común, el cual era controlar y erradicar el virus, este objetivo sanitario no fue posible y el virus se expandió de forma exponencial a lo largo del mundo.
Luego de ser declarado el virus del COVID como una pandemia, se tomaron ciertas medidas de prevención social, entre las que se destacan las cuarentenas estrictas, elementos de bioseguridad y la implementación de las famosas “tele” (teletrabajo, tele educación, tele consultas, etc.), las cuales implementan las plataformas digitales y la tecnología como principal medio de comunicación.
En la presente columna de opinión nos vamos a centrar en la tele educación, la cual a mi modo de pensar es perjudicial para los jóvenes del país, esto se puede corroborar con estudios psicológicos y médicos los cuales apuntan a que los jóvenes educandos han perdido habilidades cognitivas y capacidades educativas, provocando en los jóvenes un atraso educativo de aproximadamente un año escolar.
El recuperar estas habilidades cognitivas es un reto para el régimen docente del país, el cual tiene que implementar estrategias de comunicación y educación diferentes a las que se venían desarrollando.
En vísperas de una reactivación educativa total en la cual el padre de familia es autónomo de decidir si envía a su hijo a la institución educativa a recibir clases de manera presencial, sería esta la oportunidad de que los jóvenes educandos retomen y recuperen las habilidades que sean dejado de ejercitar a lo largo de este tipo de educación atípica.
Cientos de padres de familia se preguntan, ¿es segura la reactivación educativa? La respuesta seria que sí, pero en el momento adecuado y con las condiciones adecuadas para disminuir los contagios y evitando que las instituciones educativas se conviertan en posibles focos de contagio.
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