Elaborada por: Kevin Barbosa
Durante el paro nacional efectuado a principios del presente año, se incrementaron notoriamente los precios de los principales alimentos de la canasta familiar debido a los bloqueos de algunas de las principales vías del país impidiendo el suministro y abastecimiento alimenticio en varias de las ciudades más importantes y pobladas de la nación.
Pero ya, hasta la fecha, con más de dos meses de transcurrido el paro y después de que el presidente Iván Duque en una de sus alocuciones presidenciales, ordenara a las Fuerzas Militares levantar todo tipo de bloqueos que impidieran el flujo normal del transporte en todo el territorio nacional, y sin mencionar también la voluntad de los líderes del Comité Nacional del Paro quienes mediante un comunicado hacían saber su compromiso con el retiro de los bloqueos en las vías los cuales impedían el trafico normal del transporte a nivel nacional; se daría por sentado la normalización de los precios y las disminución del desabastecimiento en las ciudades afectadas por los diferentes bloqueos.
Pero para sorpresa de todos los ciudadanos, los precios de los alimentos de la canasta familiar tales como: los huevos, el azúcar, la carne, el arroz, la sal, entre otros. Siguen siendo sumamente elevados, algunos con un sobrecosto de hasta el trescientos por ciento; algo que, a los ojos de todos sin importar preferencias o clases sociales, es descabellado e injusto.
La Superintendencia de Industria y Comercio, quien es la principal encargada de regular y supervisar el costo que se le da a los alimentos que adquiere el consumidor, está en toda la obligación de hacer un monitoreo minucioso y riguroso de los precios de aquellos alimentos que durante el paro se incrementaron, y hasta la fecha no han disminuido. Se debe investigar a fondo si dicha alza inconmensurable para el bolsillo de los colombianos tiene justificación por parte de quienes están ajustando dichos precios, o más bien es un acto de deshonestidad y usura el condenar a la población a adquirir los productos cotidianos y esenciales por costos que están fuera del alcance da la población colombiana que hasta ahora se repone del devastador daño que ocasionó la pandemia. Colombia debe resurgir y arreglar poco a poco sus problemas sociales y económicos y este caso no es la excepción en lo absoluto, la equidad y la prosperidad de la nación dependen de todos y cada uno de los ciudadanos Colombianos.
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