Por: Michael Barajas Pérez
En estos tiempos nefastos y de falta de cordura, muchísimas cosas estrafalarias se están poniendo de moda: desde escribir con bastantes errores ortográficos, tanto, que el mismo Miguel de Cervantes Saavedra se estaría revolcando en su tumba; además, se están convirtiendo en una moda los toques extremistas, aquí no tengo que decir nada, solo miremos esa lucha de bandos en el paro nacional; en efecto, me recuerdan mucho a las guerras civiles que tuvieron lugar en nuestro país entre los centralistas y federalistas: que posteriormente iban a ser conocidos con otros nombres, pero eso tendrá espacio en otra columna. Al parecer el siglo XXI nos está pegando muy duro. Sin embargo, algo se está convirtiendo de moda en Latinoamérica: es volverse dictador.
Acá no tengo la necesidad de hablar de Nicolás Maduro, todos lo conocen en demasía, así que yo estaría perdiendo el tiempo dilucidando sobre él. Empero, él tiene otro homólogo en Centroamérica, y es: Daniel Ortega. Quiero resaltar varias cosas del susodicho, Ortega se leyó varias veces: "El príncipe" de Nicolás Maquiavelo, porque realmente su forma de gobernar es muy similar a algunos capítulos de aquel libro; sobre todo, en la parte donde dice que hay que ser mejor: temido que amado.
También se nota que él es un seguidor de Simón Bolívar, ya que este quería: "un presidente eterno", y lo defendió a toda costa, a un punto; que tras sus discusiones con Santander, se convirtió en dictador de nuestra nación el 23 de agosto de 1828, un poco después de la convención de Ocaña; y por último, a Ortega no le gustan las competencias; hasta el día de la elaboración de esta columna, ya había capturado a 26 opositores, y más de cinco iban a ser candidatos presidenciales. ¡Qué clase dictador es el señor Ortega! Aparentemente se le pegaron los aires de Maduro, o a Maduro se le pegaron los aires de Ortega. ¿Es que acaso ser dictador está de moda?
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