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Foto del escritorMichael Barajas Pérez

El miedo al amor

Por: Patricio Möller


Este es de los miedos más recurrentes de la vida, sin embargo, es para muchos el anhelo consciente o inconsciente más relevante puesto que la vida estaría en juego. Mirado esto de un punto científico tendría que ver con la necesidad de supervivencia humana. Este se plasma en aquel buscado en la pareja, compañía, o como cada quién quiera llamarle.

Cuando dos personas que se conocen, se gustan y luego llegan a enamorarse es un lindo campo llano, libre de todo lo malo que nos podamos imaginar, y ni hablar si en ese momento estamos en una situación compleja, aquella se posiciona en un segundo plano. Al igual, que alguna adicción curativa momentánea. El problema es que esta pasión o reconcomía, que pareciera llenar un todo, tiene un lapso dado con tiempo fijo donde aquel hermoso protector — o como si fuera el efecto de una sustancia ficticia que por lo mismo comienza a desaparecer, a medida que pasa el tiempo (el cual es independiente a cada individuo) — pero, sin duda alguna esto indefectiblemente en algún momento ocurre

¿Y por qué pasa?

Resulta que los seres humanos por antonomasia somos inconformistas, soberbios, damos por descontado lo que tenemos, y eso no sucede solamente en el amor como lo entendemos, sino en muchas variables. Es así como llegamos al instante del hastío, en donde necesitamos aumentar la dosis. Pero, la mayoría de las veces es muy complicado porque, somos lo que somos, y punto.

Cuando nos percatamos que el contexto amoroso se ha instalado. Nos preguntamos si al otro/a le sucede lo mismo, es ahí donde se conjugan dos cosas un tanto peligrosas, el miedo mezclado, con el amor propio. La tirantez toma el timón del buque llamado amor de pareja. Sentimos miedo al ceder, porque la otra persona puede tomar ventaja emocional. Muchas veces no sucede así — ambos no viven este hastío a la misma hora y de la misma forma, entonces podemos estar suponiendo algo que no está pasando, ni sintiendo la contraparte amorosa, y pueden cometer se errores garrafales, porque es defenderse de una invisible reyerta, pero el alertarte miedo a que nos destrocen por omisión o acción, nos nubla a continuar

Si la pareja ha llegado juntos a este momento de hastío, quizás no es el fin, tampoco la falta de interés en un todo. Lo llamo atisbo de desgaste y presentándose éste es el martillo decisorio, dimiridor que alcanzaría la postrimería de la relación. Ambos, esperan el batacazo preciso, o en su defecto el parche antes de la herida, para ver quién es el primero en patentizar fortaleza frente al otro, y así tratar de manipular en caso de una eventual herida expuesta que está al lado, como un soplido en el cuello.

Esto es moldeable, porque se puede ir en ventaja, y de pronto se puede estar en la vereda del desventajado en el juego de la manipulación. Que no necesariamente es mala, inclusive es sana. Puede sonar una locura lo que digo. Es de ponernos a pensar que si no existiera este tire y afloje amoroso, no lograríamos conectar con el otro, por lo cual, cuando hubiera un problema más de fondo, sería poco probable perdurar en el amor y en el tiempo. Porque lo que denominan “nos estamos conociendo” no es más que una mera manipulación negociable. En dónde conocemos los puntos fuertes y débiles del otro, para encontrar eso tan difícil que es la aceptación y el conocimiento. Porque inconscientemente las reglas del juego ya se conocen.




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