Escrito por: Juan Rodríguez
Una corta distancia le dijo que no era el camino, y sin embargo se guiaba por el sonido de una melodía.
Encontró el concierto de gente, y en medio ninguno le quiso decir nada y simplemente miraban sus ojos.
El profeta a lo lejos lo saludó y el hombre casi se cae de la silla cuando escuchó la voz del vidente.
Un traje blanco lleno de arcoíris vistió su alma, giró a la derecha y luego a la izquierda, y un número de envidia le dio el paso para que se guiara por en medio de la melodía que seguía su corazón.
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