Por: Carlos Maldonado
Dirigido a: M.E.C.
La vida es un regalo, y tú le has dado el mejor regalo a tus padres, tu existencia; aunque la noticia de tu llegada les halla asustado, en su interior sentían un infinito amor por ti, aquella persona que se convertiría en el dueño de sus noches y sus días.
Desde ese primer momento en que supieron de tu existencia todo se dispuso para tu nacimiento, empezaron los preparativos, la intriga de saber tu sexo, el nombre por el cual serías conocido, ¿llevarías el rostro de tu madre o de tu padre?; nada escapaba de sus mentes, todo debía ser perfecto, tú eras lo único en que ellos podían pensar, te convertiste en su todo.
El cuerpo de tu querida mamá empezó a experimentar cambios, noches en vela tuvo que soportar, cansancio, agotamiento y un sin número de exámenes médicos, todo ello mitigado por la expectativa de tenerte entre sus brazos, porque el amor que siente por ti le ha hecho fuerte; el amor hace a los valientes, porque sólo alguien valiente se permite amar.
Pasaban los días y fuiste el tema de conversación en cada reunión familiar, uniste a toda la familia en torno a ti, tus tíos, abuelos, primos, todos ya querían conocerte; aún no habías nacido, y todos y cada uno ya tenían que ver contigo, todos te querían a su forma y justa medida.
Y llegó aquel día, tu nacimiento, todos estaban angustiados, todos estaban la expectativa de la noticia, y allí, rompió el silencio tu llanto, ¿por qué llorabas?, el milagro de la vida se hacía realidad, y así le anunciabas al mundo entero que serías el mundo para tus papás.
Este tan sólo era el comienzo, y lo que leíste, es tan sólo un breve resumen de lo que ocurrió. Ahora, ellos te tienen a ti, y tú los tienes a ellos, ellos serán tu guía, tu profesor, tu paño de lágrimas, tu médico de cabecera, tus mayores críticos y tus mayores admiradores, tu refugio, todo esto y más; pero en especial, tu hogar.
Experimentarás muchas cosas a lo largo de tu vida, tendrás que valerte por ti mismo, ellos te acompañarán hasta el momento en que cese su existencia, y aun cuando de ellos no exista rastro en esta árida tierra, sus enseñanzas estarán contigo, escúchalos, aprende de ellos; explícales las cosas del nuevo mundo en el que vivas, ellos están dispuestos a aprender, quieren entender tu mundo, recuerda que tú eres el todo para ellos y ellos quieren siempre lo mejor para ti, aunque cometan desaciertos en el proceso.
Querido hijo, llegará el momento en que te marcharás de tu casa, sólo te pido que nunca olvides el camino de regreso a este, tu hogar.
Con cariño:
Carlos H. Maldonado N.
Komentáře