Elaborada por: Ángel García
Recientemente el presidente Iván Duque sancionó la ley de cadena perpetua contra violadores de niños, uno de los actos en su gobierno más aceptado por el pueblo colombiano, pero ¿es esto algo positivo.?
La cadena perpetua para violadores suele ser aceptada popularmente entre las masas, dada la naturalidad del delito. Nadie quiere ver en libertad a un ser que haya realizado este tipo de actos inhumanos, como resultado la sociedad busca justicia a como dé lugar en contra de ellos.
No obstante, la cadena perpetua no es garantía de justicia, es decir, en su mayoría los violadores se encuentran en el círculo familiar, y por esto muchas veces no son denunciados, o incluso no se llegan a enterar. La cadena perpetua de ser aprobada no garantizaría la reducción de estos actos, ni la protección de los niños. De nada sirve aumentar las penas, si la impunidad seguirá presente; si esta medida llega a aprobarse, el presupuesto tendrá que ser mayor para las cárceles, puesto que el solo sistema penitenciario ya gasta 2,21 billones de pesos según el INPEC. Plata que, podría ser invertida en las rutas institucionales e investigaciones al respecto, además de campañas de prevención y promoción de la denuncia por parte de los niños y sus familias.
Al mismo tiempo, esta medida resulta populista, no solo por la sensación de justicia falsa que deja el hecho de saciar la venganza que es natural sentir; las penas de este tipo de actos rondan entre los 50 y 60 años llegando así a ser una cadena perpetua prácticamente, dado que a su salida la resocialización puede ser muy complicada y la reinserción a esas edades tan altas resulta peor que las mismas cárceles.
Además, esta misma medida resulta inconstitucional, aun cuando sea una medida por acto legislativo que busca reformar la misma constitución, este proyecto seguramente será considerado inexequible dado que va en contravía del espíritu de la carta magna, la cual se basa en la igualdad de todos ante la ley y si bien es cierto la violación es un acto inaudito, con la cadena perpetua se restaría la posibilidad de que todos los presos tengan la misma posibilidad de resocialización, y no podemos olvidar que a pesar de estos actos tan despreciables, ellos no pierden su condición de humanos.
Finalmente, cuando esta ley sea declarada inexequible, parecerá que todo sigue igual y que como sociedad nos debemos quedar con los brazos cruzados, viendo que, personajes como Garavito salgan libres en unos años. Esto no necesariamente tiene que ser así, las penas podrían ser aumentadas, y restringir sus rebajas, todo depende del proyecto de ley que pueda realizar el congreso. Lo más despreciable de todo esto, es el populismo del presidente Duque a acosta de las emociones a flor de piel de familias enteras destruidas, él consciente de ello y conocedor del resultado de este proyecto que tanto se ha esforzado en recalcar para aplacar la tasa de impopularidad que ha ganado este nefasto gobierno.
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