Por: Yessica Daniela Pachón
Siempre pienso en escribirte, en decirte cómo todas las mañanas a la 3:00 a. m. recibo tu compañía sin pedirla, en cómo te cuelas con tu claridad por mis cortinas y me haces sentir que no estoy tan sola como imagino, y cómo con tu luz, siendo la única luz que me escolta durante las noches, escribo mis más íntimos disparates, como si de un confidente se tratase, debo admitir que detesto dormir cuando hay luz, pero a ti, a ti te permito interrumpir mi frágil sueño, siendo honesta, resulta extraño percibirte, pero lo deseo, cada día espero con ansiedad que se ilumine el cielo con tu presencia, confirmando así, con tu luz, que estás acá, que siempre lo estarás, aun cuando debo admitir que suelo pensar en que va a llegar una noche, en la cual no te alzarás con tu luz, y temo (temo como no te imaginas), me acostumbré tanto a tu presencia, por tanto, mientras estás acá, prefiero aprovechar tu grandeza, desde mi íngrimo balcón.
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